15.3.11

Bombilla lleva 110 años iluminando sin descanso







El entonces propietario de la compañía de agua y electricidad, Dennis Bernal, donó al personal antiincendios un pequeño foco de filamento de carbono elaborado por la compañía Shelby para que pudiesen atender con rapidez a las emergencias durante la noche, y no ha parado de brillar. De hecho, la bombilla centenaria de Livermore, que cumplirá 110 años en servicio el próximo 18 de julio, figura desde 1972 en el Libro Guinness de los Récord como la fuente de luz más duradera del mundo. 

A pesar de que originalmente su potencia era de 60 vatios, el desgaste de iluminar durante más de un millón de horas la estación de bomberos ha hecho que ya solo luzca con una intensidad de 4 vatios. Sin embargo, no importa demasiado, basta con que siga brillando porque “simboliza el valor y la vocación de estar de servicio las 24 horas del día”, según explicó a Lainformacion.com Lynn Owens, portavoz del comité encargado del cuidado del mayor tesoro de Livermore.

En todos estos años nunca ha necesitado un cuidado especial y sigue colgada del vetusto cable eléctrico que le sirve como soporte. Parece que después de haber sobrevivido a tormentas, fallos eléctricos, temperaturas por encima de los 45 grados centígrados y tres mudanzas, nadie en Livermore teme por su futuro. “Si te fijas en las fotos que se conservan de los años 60, brilla con la misma intensidad que entonces”, asegura Owens quien bromea convencida de que de que “la bombilla nos enterrará a todos”.

Pero, ¿cuál es su secreto de la eterna juventud? La centennial bulb, como todo el mundo la conoce en Estados Unidos, es uno de los primeros ejemplares fabricados con la tecnología de filamento incandescente, ahora en vías de extinción, y está diseñada para durar. Cuenta con un hilo de carbono más grueso de lo habitual aislado por una ampolla de vidrio que le permite operar en el vacío y no en un espacio relleno de algún gas noble, como las bombillas que conocemos hoy. 

Además, nunca se enciende ni se apaga con lo que se elimina el calentamiento. Al menos eso dice la leyenda, aunque en realidad si se apagó una vez, y casi no vuelve a encender. En 1976, el cuerpo de bomberos decidió cambiar su sede y la bombilla estuvo sin corriente eléctrica durante 22 interminables minutos. 

A pesar de que se tomaron todas las medidas de precaución posible, incluidas una caja especial de madera para transportar la bombilla y su casquillo, una escolta policial y la habilidad del electricista oficial del ayuntamiento, cuando volvieron a conectarla en su nuevo emplazamiento, no se encendió. Bastó que uno de los presentes se diese cuenta de que faltaba accionar el interruptor para que todo Livermore recuperase el pulso. 



Fuente:http://www.lainformacion.com/

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